Mi voz, es una voz cerrada
de garganta seca
y tierra arada,
de lágrimas deslizándose por el río,
de hojas que envuelven hazañas,
del color de tus ojos
de amor y de esperanzas.
Mi sangre es tu sangre
en la primavera verde,
de sauces que se levantan
y de surcos enmudecidos
por las grietas de la palabra.
Mi mirada es una aguja blanca,
que penetra en el corazón
de nieve helada,
y del eco de un aullido
que entre sueños se me escapa.
Mi canto, es un canto
de flor que se alza,
y mis manos las transparencias
de tantas cicatrices
que quisieron ser olvido.
Tus huellas en el campo,
y yo finjo que no te has ido.
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