Desolada la noche
imaginaba un cielo más alto que ella,
donde las mariposas pueden soñar
con sentimientos humanos.
Caían los espíritus en la arena del tiempo
y una luz fugaz, invocaba la historia
que dibujó las crónicas del corazón, buscando el Paraíso.
Y en la solaz vertiente
del cristal acuoso de una estrella
hallé mi lugar,
atada a tu costado a la intemperie del sentimiento.
Porque fui vida y muerte
camino y emoción,
el dudar de las plegarias
y la esperanza que vuela con alas de ilusión,
lloré lágrimas de fuego
en el atardecer del silencio
y fijé mi rumbo sin más hora, que ahora,
y allí estabas
en la mordaz sentencia de la sangre que se levanta,
desnudo de memoria,
cuando el silencio se hizo palabra
y la luz eternidad.
Resucitó de la tierra el misterio
que copula con las aguas del mar
dando vida a la estrella que luce en el cielo
y es flor de piel que vive para amar.
No busques amor,
en el fluido de las piedras
sé uno con el mineral,
envejece sin tiempo para adorar al mundo
y en el viento sé
un centinela
que custodia mi alma y mi soñar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario