viernes, 15 de agosto de 2014

Papallonas. (Mariposas)







Desolada la noche
 imaginaba un cielo más alto que ella,
donde las mariposas pueden soñar
con sentimientos humanos.

Caían  los espíritus en la arena del tiempo
y una luz fugaz, invocaba  la historia
que  dibujó  las crónicas del corazón, buscando el Paraíso.

Y en la solaz vertiente
 del cristal acuoso de una estrella
hallé mi lugar, 
atada a tu costado a la intemperie del sentimiento.

Porque fui vida y muerte
camino y emoción,
el dudar de las plegarias
y la esperanza que vuela con alas de ilusión,
lloré  lágrimas de fuego
en el atardecer del silencio
y fijé mi rumbo sin más hora, que ahora,
y allí estabas
en la mordaz sentencia  de la sangre que se levanta,
desnudo de memoria, 
cuando el silencio se hizo palabra
y  la luz eternidad.

Resucitó de la tierra el misterio
que copula con las aguas del mar
dando vida a la estrella que luce en el cielo
y es flor de piel que vive para amar.

No  busques amor,
en el fluido de las piedras
 sé uno con el mineral,
 envejece sin tiempo para adorar al mundo
y  en el viento sé
 un centinela
que custodia mi alma y mi soñar.



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