Hay una lluvia
que arranca el silencio del corazón,
caminos perdidos
que nunca se han andado,
e ilusiones de estrella
tan lejanas como el alma, que nace y muere sin tramo de existencia.
Dame mi dios
el cuerpo para que me establezca
y en una sonrisa de aire, sea.
Hay una lluvia
de lágrimas muertas
incoloras al tiempo, fugaces en su espera.
Sentir, son los latidos arañando la maleza,
y furtiva como una lanza a la deriva
mi alma se eleva.
Se mi ala en el contorno del mundo,
la noche es fuego,
la lluvia sorpresa,
y el destino baila a las puertas abiertas.
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