jueves, 12 de marzo de 2015

"Que los lirios no sean cortados".




Percibo la fragancia de los lirios
en esta noche de tul blanco,
donde las aves emprenden el vuelo
y una pluma cae, sobre mi mano,
en cuyo hueco tengo, para ti, mi voz.

Oh, amor,
que el tiempo no sea tiempo
si ha de pertenecer a la huida de la ilusión.

En esta tierra de cadalsos,
corazón pequeño
y lágrimas en el rostro,
oh, mi Dios,
tinaja soy, del néctar de tus labios.

¿Quién puede definir
la palabra que se esconde tras el llanto?

Y el viento, barre las huellas de las dunas, en este ocaso.

¡Libertad! pajarillos de satén,
¡Libertad! que el cielo aún no se ha pronunciado
y llevo en mi alma el dolor de aquel, que por niño fue secuestrado,
amortajado en la noche con el silencio de la historia,
cuya memoria, degüella al inocente cordero.

Oh, mi Dios ¿Por qué te han expatriado?
y con ello el amor
y el vuelo de las almas alzado.

Regresaré
sin más ofrenda que el perdón,
regresaré desnuda
con la mirada puesta en la infinitud del ocaso,
ya que el cielo no pide la sangre del corazón,
tan sólo es la noche, que no ve, el canto del ruiseñor.

Y tú, tan lejos, tan lejano
a la espera de una luz,
que se derrame en la noche, como el vino de la cepa,
que aún siendo, esta madurando a la espera.

Oh, mi Dios,
que los lirios no sean cortados,

no, sin antes, conocer el amor.










Quizá....




Justo antes de morir, la aurora amanece
como un bajel entre las aguas,
en el silencio cristalino del sol del alma
y la púrpura noche, que descansa en el sueño de un pájaro.

Quizá fui un pensamiento,
en el ir y el venir
de la mariposa aleteando hacia el horizonte,
quizá fui, un beso perdido
entre la nieve que ocultaba
el blanco suspiro de la inocencia.

Pero tal vez,
mi hora tan sólo sea un reloj
ausente de manecillas,
con el tiempo eterno
de un sentimiento fraguado en las estrellas.

Y tal vez,
yo, tan sólo sea, este momento
en que las ramas crujen al viento
y en que el eco del silbido,
mi voz,
tan sólo sea, un ¡¡te quiero!!.







Y ahora, en este momento.





He visto tanto amor desfallecer en las hojas del enebro,
y al olvido, repatriar las lagrimas inconexas.

He visto, mi Dios,
como los pájaros, alzaban el vuelo entre las lluvias
y los cantos reposados de niños perdidos
se hacían luz, en las crestas de los montes.

Nunca he sabido
como alzar mi mano hacia ti,
ni como derramar el bombeo de mi corazón
en la mariposa transeúnte que se agita.

Nunca he sabido, mi Dios,
como lo desconocido eras tú.
y hora, que mi reloj se posa
en las ventanas del olvido,
presiento que el tiempo es una hoz
que corta el sedal de los sueños ambiguos,
y al igual, que una estrella en su iluminaria
rota la vida en el eje de la tierra.

Mas no puedo callar mi voz,
ni ser sendero de la desdicha.
No puedo, oscurecer en el llanto de las alambradas,
ni creer cierta una verdad
que añicos se disuelve en la mirada celeste de mi mundo.

No soy, mi Dios,
el baluarte de un estigma, que penetra sin brújula,
y ahora, en este momento de horizontes matutinos
se engrandece la mirada de los sueños,
donde ambos somos, los protagonistas de un guión
que ya no pretende ser enigma.

Tan sólo soy
la voz del viento entre tus brazos,
y el recuerdo olvidado
de un pensamiento entre las flores.


lunes, 25 de agosto de 2014

"Coronar el Yo"





Escalar montañas es fácil, coronar la cima y hallar la libertad. Pero el verdadero reto es, coronarse a sí mismo, llegar a la profundidad del corazón y fluir con la vida. Superar los miedos y aceptarse libre.
Cada experiencia de vida nos define en nuestro Yo superior....en la elección de nuestra voluntad, y, hasta donde queremos llegar.










martes, 19 de agosto de 2014

"Sé mi ala en el contorno del mundo"



Hay una lluvia
 que arranca el silencio del corazón,
caminos perdidos
 que  nunca se han andado,
e ilusiones de estrella
 tan lejanas como el alma,  que nace y muere sin tramo de existencia.
 Dame mi dios
 el cuerpo para que me establezca
y en una sonrisa de aire, sea.

Hay una lluvia
 de lágrimas muertas
incoloras al tiempo, fugaces en su espera.

Sentir, son los latidos arañando la maleza,
y furtiva como una lanza a la deriva
 mi alma se eleva.

Se mi ala en el contorno del mundo,
la noche es fuego, 
la lluvia sorpresa,
y el destino baila a las puertas abiertas.

viernes, 15 de agosto de 2014

Papallonas. (Mariposas)







Desolada la noche
 imaginaba un cielo más alto que ella,
donde las mariposas pueden soñar
con sentimientos humanos.

Caían  los espíritus en la arena del tiempo
y una luz fugaz, invocaba  la historia
que  dibujó  las crónicas del corazón, buscando el Paraíso.

Y en la solaz vertiente
 del cristal acuoso de una estrella
hallé mi lugar, 
atada a tu costado a la intemperie del sentimiento.

Porque fui vida y muerte
camino y emoción,
el dudar de las plegarias
y la esperanza que vuela con alas de ilusión,
lloré  lágrimas de fuego
en el atardecer del silencio
y fijé mi rumbo sin más hora, que ahora,
y allí estabas
en la mordaz sentencia  de la sangre que se levanta,
desnudo de memoria, 
cuando el silencio se hizo palabra
y  la luz eternidad.

Resucitó de la tierra el misterio
que copula con las aguas del mar
dando vida a la estrella que luce en el cielo
y es flor de piel que vive para amar.

No  busques amor,
en el fluido de las piedras
 sé uno con el mineral,
 envejece sin tiempo para adorar al mundo
y  en el viento sé
 un centinela
que custodia mi alma y mi soñar.



jueves, 31 de julio de 2014

"Donde no hay espacio para el olvido"







Quizá no fui la palabra exacta
  el ambiguo respirar del viento
ni la conciencia perfecta en los mares de la vida,
quizá,
 tan sólo fui un segundo en el baluarte del tiempo inconcluso, 

mas tuve
la mirada fija en el rostro imperecedero de las aves,
en la lluvia, que acariciaba la húmeda faz de la tierra,

sentí,
la madera en el tronco vacío
anidado en la luz de las mariposas,
y la inocencia de las amapolas
 liberando el néctar rojo de su piel.

Quizás caí 
de algún pedestal en la fortuita tempestad de los cielos,

mas hallé en la tierra firme 
el coral que dibujaba las siluetas del amor.

Viré mi alma, en sentido contrario a las manecillas del reloj
y permanecí quieta,
contemplando cada huella en la existencia de la palabra,

adoré al ruiseñor, con la fragilidad de su canto,
 dormí entre los mantos de la noche
cuando mis ojos sellaban tu luz
y mi corazón
 palpitaba entre las mareas del sentimiento.

Abracé el descenso de cada hoja
 que llegaba al hueco de mis manos
e irradié con mi mirada el sustento del ahora.

Y ahora,
 que el tiempo envejece entre las tundras de una memoria
no soy olvido de nada,
acaricio tu semblante con la oda de mi espíritu
y dejo…
que las manecillas del reloj
encuentren su rumbo.