A menudo,
la vida pasa, en la arena de un reloj
que despierta a golpe de sangre
y el pensamiento efímero, en un corazón de inocente terciopelo.
Si volviera a nacer,
volvería a ser el ave peregrina
cruzando los valles
y los montes de esta tierra enamorada,
Si volviera a nacer
volvería a ser la estrella en tu pecho
y el agua que desciende como la cascada, en busca de nuevos horizontes.
A menudo,
la risa es el baluarte
que converge en el corazón
y los pies
el zapato gastado,
en un trayecto, donde la brújula apunta siempre al norte del amor.
A menudo,
mis cabellos bajo el sol
reflejan, el hechizo del viento,
libres,
tan libres, como las mariposas revoloteando,
y, de nacer de nuevo,
volvería a enamorarme de ti…
silencioso como el paso tímido en la noche serena,
apasionado, como el corazón que late,
y en cada latido
la vida grita
en ese momento,
nuestro momento,
suspendido en el éter
besando el cielo,
y de piel de ángel,
en la ternura del encuentro.
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