Cruzó la noche
el horizonte despierto de la luna,
y el agua
corría en pos de algún secreto,
Fue
aquel ángel de lluvias y tiempo,
la voz de un corazón,
el suspiro de algún sueño eterno
que llego como una alondra sobre mi pecho.
Quise tomar de su voz y de su silencio
las auroras que marcaban
el sino de alguna estrella fugaz,
y sentí
la brisa de aquel mar
cuyas olas atestiguaban
cada gota de azahar.
Mas supe
que tu alma fugaz
en la lluvia de mi tiempo
sería amor,
sería tu voz sobre mi lecho,
y comprendí
que la luna y el cielo tan sólo eran
tu rostro de misterio.
Y hoy,
sobre las horas de mi cuerpo
renacen cantos
tan efímeros y eternos
como tu alma de alondra
que penetra en mi mirada
y en mis noches de invierno.
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