Suspendida una lágrima en las fibras del universo
recorre la latitud del tiempo.
Añoran las gaviotas
el pulso del mundo,
porque la justicia duerme
en los hangares de la memoria.
Oh, mi dios,
volando van
sobre las mareas rojas de la inocencia,
y como niños emprenden el vuelo, con los ojos de un ayer.
Tal vez,
una rosa desprenda la espina
que subyace en el centro del corazón,
tal vez…
pero hoy,
las horas son noche, en el canto ambiguo de un destino incierto
y amanece, mi dios,
con la lluvia que serpentea entre los cuerpos.
Puede...
que el silencio sea peregrino
y alcé algún día su voz.
Quizá,
el mar agriete su matriz y nazcan uvas de sal
quizá, mi dios…
pero hoy,
el fuego arde
y las gaviotas trémulas en el aire son frágiles,
y lloran,
lloran con vuelo de un destino que no han concebido
y sus lágrimas
suspendidas en el éter de esta canción,
es la lluvia que fertiliza
las esquinas de mi corazón.
¡Pude encontrarte y acceder a tu bellísima poesía! Paseo deslumbrada por este blog tan emotivo y trascendente.
ResponderEliminarGracias preciosa, muchos besos.
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