A menudo
la vida es un canto de mundos ambiguos e incoloros,
volcando el silencio
en las aves migratorias.
A menudo
el corazón es un estanque de luna y mar, entre flores de loto.
Y el alma,
la voz imaginaria
del solsticio que arranca la flor de invierno.
Cuántos desiertos
de dunas peregrinando hacia el vacío contenido,
y la palabra desnuda
de alguna lágrima que ha trepado hacia el cielo.
Si supiera donde se esconde el secreto
mil rosas cubrirían mi tez de mariposa
y mis alas entornarían
la luz que vierte la estrella de oriente.
Mas voy
con el pecho desnudo entre las ramas del olivo.
Si tú, labrador de años cimbreas mi nombre
Dios de mis esferas, amante de mis noches,
recuerda
que mi cuerpo es sueño
divagando entre luces,
amando el momento
y despertando al eco
de la lluvia primera y del segundo eterno.
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