La noche es nido de palomas blancas
y el cielo entorna canciones, con una lágrima.
Porque no puedo olvidar que el trigo crece
y el mar es,
un estanque de agua clara,
donde las flores son niños que juegan con rondallas,
y lejos
está mi casa,
tan lejos que
el aire desdibuja con olas de savia
aquellas hojas que por verdes e inmaduras
fueron luz de alma.
A menudo las miradas son,
un tiempo de vidas, casi agotadas
con sueños de mariposa volando, por algún rincón
de las paredes que llevan amor,
y de vez en cuando,
son silencio
por alguna ventana se escapan.
Si todo fuera un vuelo de paloma
de blanca paz,
no sería necesario
que mi guitarra llorara,
y dejara sonidos
en los surcos de tu mirada,
pero ahora siento
que la paz lleva un luto
y aunque duela
el latido de una mariposa perdida,
yo
seguiré cantando
a la luz del destierro,
a la luz del alma
esperando,
que aluna vez
tu corazón sea el vuelo
de una paloma blanca.
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