He dejado atrás las montañas nevadas
y me adentro al corazón del tallo verde,
que mi canto, no sea un canto
de pétalo y olvido,
porque una vez fui luz
y fugaz acudí al suspiro níveo.
Hubo un tiempo
que el Universo rondaba con las almas que oscilaban
y crecían flores a pie del río,
mas yo, como un rayo de memoria
en la sangre de tu pecho, fui paloma.
Y ahora, que mi tiempo no es tiempo,
y mi palabra
la lluvia nocturna que desciende sobre tu obra,
descalzo mis raíces sobre la aurora
que deja clarear tu faz.
Si algo hermoso me ha dado la vida
eso, eres tú.
Y los pájaros cantan
alentando un cielo,
que de estrellas cubre el nombre del amor.
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