Hace ya,
mucho tiempo, que
los vendavales corrían en pos de un cuerpo,
crecieron las lágrimas, en los arrecifes saturados del mar,
y se congelaron las lluvias del Universo.
Un corazón, late en la espera, oteando el mundo.
Ya no quedan, paraísos de algas ni piedras,
se trasmuta el reloj, en tiempo que sacude la ausencia,
todo crece,
el alma pretérita, adormece su nombre
y echa raíces.
¿Dónde quedaron los sueños inacabados?
¿Dónde, la raíz en el lecho, que sustenta la adolescencia pasajera?
-Todo en un Arco de memoria, y el vaivén del tiempo-
Aludes van,
presagiando el desenlace,
y el cuerpo queda, como la saeta que golpe a golpe de sangre
exime a los silencios de la conciencia.
Con el hambre, en el costado abierto
dádiva de ausencia el alma,
subyace en el misterio.
En la fragua del destino, arde la vida
y en los mares del alma, con silencios perpetrados
sabe, de su orfandad por estos caminos.
Primavera negra,
sangre, sudor y fuego,
escalones de marfil, en la atalaya del pensamiento.
Acordes van, el alma y el cuerpo,
acordes van
en los péndulos tiempo.
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