Ahora que, la verdad
es un trozo de arena
en un reloj sin voz,
vienen las golondrinas
pellizcando
un trozo de pan,
y el sol alumbra
unas lágrimas sin nombre.
Porque tú,
porque yo,
somos todo aquello que, un día nos dijeron
que teníamos que ser.
Y yo, no quiero el canto
de la cigüeña subida al campanario,
grito al viento
y llega la lluvia desnuda sin dolor,
porque las golondrinas
tienen ojos de niños,
y su hambre va,
con el color de la inocencia.
No quiero un reloj
que tenga horas,
si no se les puede poner, a cada una un nombre.
Y ahora que el tiempo es,
un trozo de arena
caída del cielo,
no quiero, sufrir la añoranza
de no saber,
quien eres,
golondrina
venida por tus alas
hasta mis ojos.
(dibujo de Kagaya)
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