Temblorosa la noche
alberga la nieve que desliza una lágrima,
porque a veces, la gratitud es
un arco de flor con la sonrisa en los ojos
con agua incolora del amor.
A lo lejos en las montañas,
los fríos helados
puente de olvido,
donde el calor
es la llama de un espíritu.
Volveré despacio por esos caminos
a ecos de un aullido,
con la mirada en el horizonte
oyendo a los pájaros
que sobrevuelan el tiempo y el espacio,
anidando
con cantos de vida,
porque el universo
ha dejado su luz
en todos y cada uno de los vínculos.
Siento las aguas del río,
donde el sauce florece,
libertad nívea,
libertad por lo vivido,
y aunque la noche se acurruca en el sueño
dormida y despierta te percibo.
Un colibrí agita sus alas
y en su vuelo, va mi mirada,
porque en mis ojos cabe
toda vida y esperanza.
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