viernes, 22 de noviembre de 2013

"De los que a veces rezan un padre nuestro"






Nacido entre escombros
huérfano de te quieros,
con la señal clavada en el pecho
de días sin luz y sombras al acecho.

Nacido entre escombros
por la injusta medida
de los que a veces rezan, un padre nuestro,
y en sus noches de locura dando pan al sexo
profanaron en su tez, su pecado en el  nacimiento.

Alzó el vuelo el olvido
gorrión de plumas lacerado,
llanto por un destino, en la orfandad de lo divino.

Mas fuiste fuego
en la cúpula ciega, que recorre los abismos del alma
y sedujiste el mar
con el canto llano que desnuda la verdad.

Peregrino de cielos,
sin linaje de nombres en tu haber,
transición del día con el rayo, que penetra en la oscuridad,
voz y amor 
en la mirada inocente, que ignora el aguijón de la muerte.

¿De quien tu lecho, de quién tu corazón?

Y el viento ulula con la lisonja del silencio,
hay luces en el cielo
hay luces en los ojos nacarados del nacimiento.

¿Quién vertió tu alma a este juego,
cuando los relojes tocaban su marcha en los epígrafes del misterio?

¿Que silencio irrumpió en la noche,
para venerar el níveo blanco de tus huesos?

Lloró la vida
lloró el cielo,
lloró la imagen perfecta,
al perdonar 
a los que a veces rezan un padre nuestro
y en sus noches de locura
dan pan al sexo.











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