Corrían las lunas en hemisferio norte del Firmamento
y se desplazaba la lluvia
con gotas de amor sobre el océano.
Cabalgó la noche a lomos del silencio
y el día pernoctó en las puertas del cielo.
Quizá fui en algún momento
la huella perenne en las hojas del olvido,
mas los tambores redoblaban
con luces de fuego,
en el encuentro ancestral de la libertad
que nunca ocultó, el galope eterno.
Me hallé desnuda sobre la roca
confesando los minutos de mi nacimiento.
Astro Sideral, en la primavera de lo incierto
y me dejé llevar
por la llama dl fuego.
Si fui huella o razón,
quedó en los archivos
que no están a mi alcance de espíritu viajero,
mas tengo en mi alma
de los astros el recuerdo,
¡libertad!
por las dunas de mi sendero.
Alzó mi mirada sobre el árbol inquieto,
las hojas son viento
que se descalzan sin testigos,
para dejar los frutos, en los tiempos venideros.
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