Tocaban los relojes a un tiempo desconocido
suspendidos en el éter marcando un destino.
Sentí el temblor, de una mirada en el espejo de mis días
y supe, que era mi momento.
Descendí como el agua mansa
sin color ni expectativas
abrazada al horizonte continuo, que camina en el silencio del misterio.
Mas en mis palabras, fluía un sentimiento,
un corazón que vagaba por el Universo, errante y sin dirección,
Se elevaron los cánticos de las mañanas secuestradas;
flores de niños inocentes,
buscando el rumbo de una mirada perdida
de unas manos que acariciaban el viento.
Fueron tiempos sin tiempo, en la carta astral de la vida
y la lluvia, se resistía al rocío que empapaba el muérdago
deseando un pedestal de gota de agua, efímero y eterno, como la esencia trasportada.
Elevé mis ojos a los ojos del cielo
y pude ver, tu silueta en la estrella más luminosa.
Tu resplandor, movía mi corazón y mi sangre roja de amapola liberada,
quise abrazar el trance
en la hora magna de la descendencia.
Esa, que colorea mis días,
para darte un beso de ángel
y que a tu morada sea, la llave y la puerta de la vida.
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