El cielo sujeto en la sonrisa de la luna,
cuántas vueltas,
para alcanzar la estrella
que gotea luz ambarina sobre el mundo desconocido.
No hablaré, porque mi silencio, contiene
el lenguaje del sentimiento,
éste, que trasnocha
que crece como las ramas del árbol
y crea nidos de pájaros, para alcanzar
una mirada que habita
al otro lado de mi espejo.
He oído los pasos alargados de mi alma,
corriendo hacia ese monte
de isla perdida sobre la faz de mi casa.
He soñado, que las manos de mi dios, eran,
el color de tus ojos
y la brisa del viento,
el canto que amanece sobre tus cabellos,
he querido loar el preludio
por tu luz emanada
en un misterio que no corrige sombras,
y da alas.
Por eso en mi océano, las aguas se visten de amor
y los barcos cruzan sin pensar en mañana
tan sólo hoy
es una raíz,
y mi palabra una gaviota.
He alcanzado el cenit del ayer
y sólo me queda,
seguir el rumbo que muestra
el corazón latente d la madrugada.
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