martes, 8 de octubre de 2013

"Los maizales junto a la ribera del alma"











Seguí la brújula del tiempo,
las acacias acariciaban el silencio de la memoria
y recordé 
que en mi esfera pequeña, germinaba la noche.

Supe, que no habría lugar en las hondonadas del corazón
 donde el sentimiento se vistiera de mariposa,
porque fuiste ave en el paraíso perdido,
y observé el calendario, que día a día perdía sus hojas
e impúdico mostraba su fuerza,
mas todo era un pasar, en este mundo de corales
y  el silencio clavaría la flecha de la muerte
sin que yo, pudiera evitarlo
y no quedó mas rostro, que el lecho verde que agitaba una lágrima.

Fui del silencio, la hora continua de tu voz
y  amalgamé en las coordenadas de tu piel 
la esperanza que unía, el Universo con las flores del naranjo.

La sombra se cernió en la mirada de los niños
y  el luto, castigó la inocencia del ángel venido
y  lloré por ti, lloré por mí
sin saber el por qué del misterio
 que se  fraguaba en las hojas esmeraldas, del árbol de la vida,
que se precipitaban sin más consuelo que la fe, y la daga que abría heridas.

Cerré mis ojos para ver
y vi amor, en la latitud del ocaso
que sin palabras se desvanecía en las aguas de aquel mar
y entre azules y rojos dejaba la huella invisible.

Y llegará un tiempo
en que la sombra, sólo sea un sueño que se olvide,
con  los maizales que crecen junto a la ribera del alma.






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