miércoles, 23 de octubre de 2013

"Indultó la noche el canto de los pájaros"




Se ondulaban las melenas del aire, en la cálida noche
 que acariciaba con un rayo de luz, el semblante
que se reflejaba en el lago azul.

Eran las doce, y los relojes silenciaron el tiempo
que acompañaba a la nocturnidad etérea.

No hubo más sol
en aquel atardecer de añoranzas
y las aves agitaban las alas
hacia un rumbo desconocido.

Indultó la noche el canto de los pájaros
que se izaba hacia el crepúsculo de la vida,
y quise creer,
que la lágrima era una semilla acuosa
que brotaría como una flor encarnada,
regada por la sangre de la inocencia.

Se levantaban los velos
y florecían violetas, a cada canto de luz y amor por las sendas.

Mas no supe comprender, que el tiempo deslizaba sus manos
y la arena de cada cuerpo dejaba la llave de un después, en cada estrella.

 Fijé mis ojos a la luz de tu rostro
y vi en ellos
el semblante del lago azul,
y comprendí que el Universo era Uno,
y yo, tan sólo un segundo
que corría en el cauce de una lágrima,
tan eterna y tan efímera
como la flor que nace, resplandece y se marchita.

No hubo tiempo para el tiempo, tan sólo un silencio,
un sueño y un recuerdo
que camina hoy, con el pálpito del corazón.




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