El cielo, es un viaje de ida y vuelta
sobre la luna de otoño.
Ocre, revestido de hojas, en un libre pensamiento,
me detengo, sobre la sagaz mirada que aprieta el instinto,
y te veo.
Tengo la esperanza de un mar abierto, verde como mi alma,
y el viento silba sobre el trigal
cuando la noche se adueña del silencio.
Sosegada, con el espíritu del fuego, la lluvia cae
buscando la húmeda fragancia de los cuerpos.
Vulnerable me acerco
no tengo espacios, ni prisas
y sí, manos de algas,
en el péndulo de las horas con incienso,
donde el agua se agita con las luces del coral.
Y ahí te encuentro,
seductor en mi reino,
clorofila de oxigeno, respirando mi acento.
Y mañana,
lo mismo que hoy,
crecerán amapolas en las raíces de los sentimientos,
y seré otra vez,
la que ama sin medir el tiempo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario